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miércoles, 20 de septiembre de 2017

ON PRIMARIAS, PERO ¿SIN DIRECCION?





Parece que las elecciones primarias abiertas son un paso, un buen principio para ir superando la brecha de la desafección política. A pesar de las resistencias, las trampas, la inexperiencia y los errores. Hay que felicitar y agradecer a los que se han esforzado y esfuerzan porque eso vaya siendo posible.

Cabe decir que las organizaciones que están eligiendo sus candidatos en primarias abiertas, mejoran en imagen y en sus interacciones sociales. Y han empezado un proceso que, de seguir bien alimentado, puede hacerse fuerte como para ir eliminando la desafección, o al menos, paliando muchos de sus efectos negativos. Porque unas primarias abiertas no son sólo, ni siquiera lo más importante, un modo de designación más abierto de los candidatos y dirigentes.

Si los dirigentes potenciados por la legitimidad adicional de las primarias abiertas, se decidieran a afrontar las metamorfosis de las burocracias de sus partidos, dotándolos de una dirección consciente hacia los resultados políticos, que hoy no tienen, estaríamos asistiendo a un cambio más trascendente.

La dirección consciente hacia los resultados políticos producirá una política de abajo arriba que, al menos, equilibre la política de arriba abajo, que está contribuyendo a la desafección paralela de militantes y votantes.

La política de abajo arriba no puede ser un latiguillo publicitario de campañas electorales. Hoy sabemos que puede traducirse en prácticas políticas que se vienen mostrando como buenas y eficaces, allá donde se llevan a cabo.

Algunas de las buenas prácticas que tienen demostrado que contribuyen a la sostenibilidad de los resultados políticos:

·       Completar la estructura funcional y sectorial con una dimensión formada por proyectos de mejora de resultados, en base a unidades manejables – un barrio, entre 10.000/15.000 habitantes.
·       Encomendar la dirección política de estas unidades a activistas, militantes despertados del sueño de la obediencia burocrática, dispuestos a escuchar/ preguntar antes de decir y de acompañar a los votantes en sus decisiones políticas.
·       Creando comunidades de votantes partidarios. En su seno las necesidades individuales se socialicen, a través de instrumentos como “El barrio que vivimos/el barrio que queremos”, a partir de escuchar y contar relatos sobre lo que mejora/empeora la calidad de vida de los votantes.

   Elaborar una política de abajo arriba, a partir de aprobar planes por barrios y armonizarlos a nivel municipal; y dar papel a los activistas y líderes de opinión de los votantes, en los proyectos estratégicos 
   




Sin la dirección política consciente, al estilo de lo que aquí se apunta, los síntomas de la desafección – abstención, disminución del número y desmovilización de militantes, mala valoración de los políticos – se mantendrán en niveles no deseables. Lo que naturalmente, no impide que puedan producirse rotaciones en las mayorías y la titularidad de los gobiernos de las instituciones. Conformarse con esto, contribuye a mantener viva la desafección política.   


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