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viernes, 15 de julio de 2016

GUIA DE TRABAJO PARA BARRIOS Y SECCIONES ELECTORALES EN UNA ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE UNA CIUDAD GRANDE (I)


 Este es un ejemplo de un documento que pretende guiar los trabajos de reconstrucción de las redes partidarias para una organización política. Su reflexión puede servir igualmente para crearlas en un partido nuevo. Pretendo que sirva de contrapunto práctico a las ideas sobre los "equipos autogobernados"

Lo publicaremos en tres partes: una primera que recoge un guión para la formación en comunicación eficaz –que se recoge en esta entrada – previa a los entrenamientos; la segunda determina los objetivos y contenido de las secciones electorales y los barrios; y la tercera analizará los procesos de tarea, la estructura necesarios y el desarrollo de la puesta en práctica.

 

 

 




1.- COMUNICACIÓN POLÍTICA EFICAZ

LA INSERCIÓN SOCIAL DEL PARTIDO./ESTAR EN LA SOCIEDAD PARA HABLAR CON LA GENTE

Comunicación ineficaz


Las personas que forman la gente van tomando sus decisiones políticas en conversación informal  con las personas próximas. Algunas de ellas influyen especialmente en el sentido de esas decisiones porque las personas confían en sus juicios y se sienten identificados con ellas. Estos son los influyentes, o líderes de opinión.
Si un grupo político no participa en estas conversaciones su comunicación con la gente puede estar aquejada de serias limitaciones. Y estas limitaciones se traducen en inseguridad de los resultados que puede obtener de ella.
En efecto, una comunicación unidireccional,
  • se lleva a cabo, sin conocer los intereses, los procesos de decisión  y los hábitos de información de sus destinatarios;
  • no puede, así, responder a sus intereses, ni acomodarse a sus procesos de decisión;
  • en la práctica, habla de los políticos no de los votantes, por lo que interesa poco a éstos;
  • tampoco recoge las reacciones de los destinatarios a la comunicación recibida, que, tampoco de sabe si se ha recibido.

Como consecuencia, una buena parte de esta comunicación política no tiene las condiciones para tener influencia en los comportamientos de los electores.

La publicidad de lo buenos que son los gobernantes, de los mucho que hacen, de la buena historia de los partidos, de los méritos de sus candidatos, de lo mucho y la bueno que están dispuestos a hacer, está condenada a demandar cada vez presupuestos más altos para compensar la inseguridad de los resultados que pueden esperarse de ella.

Los ciudadanos son cada vez más ricos, están más educados y tienen más experiencia. Van desarrollando estrategias de discriminación y eliminación de los mensajes que no consideran interesantes. Entre éstos, los mensajes políticos cuentan entre los que menos interesan a la gente. Los suelen considerar negativamente, como propaganda, y son retirados de la atención de sus  receptores. A esto llamamos el “zapping político”.

La gran polución informativa en que todos vivimos hace que cada vez tengan menos rendimiento las antiguas estrategias de interrumpir las conversaciones que la gente mantiene alrededor de sus decisiones con unos mensajes que no han pedido, y todavía peor, que no desean. Los intentos de “colarse” a fuerza de insistencia – más presupuestos- en esas conversaciones, contribuyen al desarrollo del “zapping”

Este es un fenómeno que no atañe únicamente al mundo político. Los expertos en marketing vienen hablando de la crisis del marketing de interrupción y de la necesidad de ir experimentando un marketing del permiso.


Importancia de la inserción social del partido


Todo esto tiene una traducción al ámbito de la política local. Sólo una comunicación en dos sentidos tiene la virtualidad de contribuir de un modo seguro a lograr la coalición de más votantes. Porque
  • nos asegura que vamos a hablar con la gente de lo que les interesa,
  • al recoger las reacciones hacia lo hablado, nos permite “corregir el tiro” si no hemos dado en el blanco a la primera,
  • y, finalmente, hace posible recoger el compromiso del interlocutor, si lo conseguimos.


De ahí que se justifique el título de  estar en la sociedad para hablar con la gente.

Cuando hablamos de sociedad, nos estamos refiriendo a nuestra sociedad, la formada por nuestros votantes actuales y potenciales y por sus líderes de opinión.
El resto de la sociedad no entra dentro del estar. Los contactos con miembros de la élite del poder local pueden ser necesarios para negociar con ellos, pero nunca deben amenazar la identificación con las bases de nuestros votos. Las relaciones con los líderes de opinión de los votantes de otros partidos son instrumentales para contribuir a su desmovilización y para incorporar políticas que no exasperen a sus votantes.

Sólo con la sociedad que forman los votantes actuales y potenciales de nuestras listas en todas las elecciones, tenemos interés de inserción para mantener una relación social permanente que alimente la comunicación en dos sentidos.

Si los votantes actuales y potenciales no se sienten cercanos al partido, éste está contribuyendo a la abstención de los mismos. Además le será difícil al partido tener acceso a las conversaciones que mantienen los votantes entre sí y con sus líderes de opinión. Así será difícil conocer los contenidos de esas conversaciones y que las informaciones que proporciona el partido sean aceptadas en esa misma conversación, y no calificadas de propaganda de la que hay que defenderse.

En la medida que el partido consigue que la gente lo sienta próximo va contrarrestando la imagen de máquina exclusiva para seleccionar cargos públicos y generar clientelismos.

El partido se inserta socialmente,

  • por medio de la presencia natural de sus cargos, militantes, simpatizantes y voluntarios en las manifestaciones sociales de sus votantes: fiestas, entierros, tertulias, paseos, celebraciones familiares o de asociaciones, actos públicos;
  • a través de los contactos bidireccionales con líderes de opinión de los votantes actuales y potenciales, de los cargos elegidos y de los miembros del partido, que puedan mantener una conversación política a su nivel;
  • como consecuencia de las actividades que organiza el partido para prestar servicios políticos que contribuyen a que sus votantes tomen sus decisiones políticas, de modo que algunos miembros del partido así empiecen a ser considerados como líderes de opinión, y no meros propagandistas.

El partido así integrado en “su” sociedad habla con su gente y sienta las bases iniciales de una comunicación eficaz en dos sentidos.





HABLAR Y ESCUCHAR


¿ Con quien hablar?


Se suele decir que la política es “hablar con la gente y ponerse de acuerdo con ella”. Pero con esta expresión, como con otras igualmente indefinidas, necesitamos una cierta actitud cautelosa que impida que nos induzcan o justifiquen que hagamos cosas que realmente no nos interesan.

La gente con quien nos interesa hablar no es toda la gente, es decir, todos los electores. O por no decirlo de otra manera, no todas las personas que forman la gente, tienen el mismo interés para nosotros.

Nos interesan, en primer lugar, nuestros votantes actuales y potenciales, y dentro de ellos los que influyen en las decisiones de los demás, naturalmente una vez que los hayamos identificado.

En segundo lugar, nos interesan los líderes de opinión de los votantes de otros partidos.

Los votantes fieles de otros partidos y los abstencionistas recalcitrantes no nos interesan. Mucho menos nos interesa todavía polemizar con ellos. Van a ser debates inútiles, de los que no vamos a sacar ningún provecho.

Comunicarse en dos sentidos continuadamente con nuestros votantes actuales y potenciales y sus líderes de opinión, supone una gran cantidad de horas. Lógicamente, pues, no nos quedará tiempo para distraerlo en gente menos interesante.

Como condición previa, tenemos que estar con “nuestra gente”, insertarnos en “nuestra sociedad”. Esta sociedad está  formada no sólo por los votantes antiguos sino también por los nuevos potenciales.


¿ Cómo hablar?

Si queremos comprender cómo van a tomar sus decisiones nuestros votantes actuales y potenciales y lograr que nos dejen acompañarles en el proceso de decidir, tenemos muchas incógnitas que despejar.

Las incógnitas las iremos despejando escuchándoles hablar sobre sus problemas y necesidades, sobre lo que piensan y saben de la realidad política, sobre las personas con quienes hablan de políticas y en quiénes confían a la hora tomar sus decisiones políticas. Y en la mayoría de los casos, no nos bastará con sus primeras manifestaciones sino que necesitaremos que sigan hablando para comprender bien el sentido de lo que dicen, los sentimientos que, a veces, distorsionan sus palabras, lo valores que animan sus manifestaciones.

Nuestros votantes concederán liderazgo a personas que creen que quieren dedicar tiempo a escucharles y que son capaces de entenderles. Y esto en grado mayor, si, además, les han ayudado a que ellos mismos comprendan mejor sus necesidades y las de otros. Y ese liderazgo, nos admitirá en el círculo de los influyentes.





RESPUESTAS


Nuestros votantes tienen que encontrarnos dispuestos a escucharles. Y que adquiramos el hábito de la conversación no directiva. Esto quiere decir que debemos eliminar de nuestros comportamientos espontáneos en la comunicación personal, tipos de respuestas muy corrientes como:

  • Respuestas de evaluación que expresan el punto de vista personal en el plano moral, traduciendo un juicio con respecto al votantes diciendo lo que parece bien y mal.
  • Respuestas de interpretación que buscan dar al interlocutor una explicación de lo que le está pasando, con riesgo de distorsionar lo que ha dicho.
  • Respuestas de apoyo, que pretenden dar ánimo, consuelo o tranquilidad.
  • Respuestas de investigación, en las que se demuestra prisa por tener más información, orientando al interlocutor hacia lo que nos parece importante, corriendo el riesgo que producir el sentimiento que sólo nos preocupa lo que nos interesa y no nuestro interlocutor.
  • Respuestas de solución, en que se le empuja a que actúe una solución que es la nosotros hubiéramos tomado.

Todo este tipo de respuestas directivas, nos hacen correr el riesgo de cortar las ganas de seguir la conversación por parte de nuestro interlocutor.

En cambio, una respuesta no directiva, de escucha comprensiva o activa, trata de volver a decir o reflejar lo más exactamente posible, lo que el interlocutor ha dicho y, además, puede hacer un esfuerzo de esclarecer, sin deformar. El interlocutor, siente porque lo es así, un interés por internarse sinceramente en el problema tal y como es vivido por él. Y, por consiguiente, piensa que no sólo le dedicamos nuestro tiempo, sino que además queremos entenderle y le entendemos, efectivamente.

Una vez conseguido que el votante piense que queremos y sabemos entenderle, podemos intentar que vaya más delante de modo que podamos conocer y comprender mejor lo que nos interesa, sobre sus motivos de voto/no voto, sus hábitos políticos, las personas en quien confía. 

Para ello, necesitamos prepararnos para lanzarle apuntes y sondas que estimulen que continúe la conversación. Pueden tener la forma de:

  • frases que animan a continuar;
  • preguntas abiertas, en nada parecidas a las de tipo encuesta de las respuestas de investigación;
  • poner el acento en una o dos palabras del interlocutor, como modo de llamar la atención sobre lo dicho previamente;
  • impulsos en forma de una actividad verbal mínima, como: “uh-huh”,”mmm”, sí, ya veo ,”ah”, “oh”, que normalmente inducen al interlocutor a profundizar en lo que venía diciendo;
  • algún soporte escrito, un cuestionario, una lista de comprobación, un breve comic…

Dominar el arte de escuchar y el de preguntar/responder nos ayudará a estar en “nuestra” sociedad y a hablar con nuestra gente para que:
  • nos concedan liderazgo,
  • y conozcamos y comprendamos de ellos lo que necesitamos para mantener una conversación en dos sentidos que acabe con los votos en las urnas.



Naturalmente, también vamos a tener que llevar a cabo, en determinados momentos, una comunicación persuasiva. Pero, cuando sepamos con quién, sobre qué temas y cómo. Hoy, en el mundo político,  es mucho mayor el déficit en escuchar que en persuadir.






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SEMINARIOS: Conversaciones para coaligarse; Escuchar y contar historias; Prácticas de Gobernanza Eficaz; Organización para dirigentes políticos; Liderazgo Político Democrático

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