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miércoles, 15 de junio de 2016

COMO GANAR Y NO PERDER VOTANTES (I)

CONVERSAR PARA COALIGARSE







La herramienta básica para coaligarse es conversar. Como tal entendemos una interacción entre dos personas que tiene lugar en las dos direcciones. La mayor parte de las comunicaciones e interacciones que tienen lugar en la política, no responden a esta pauta y tienden a ser más bien unidireccionales.

Los siguientes aspectos sirven para enmarcar el tipo de conversación que es útil para coaligarse.


“Inside/out”

Los políticos pueden ser vistos como que están fuera de los ciudadanos o que están dentro. A un político que sea visto como fuera, es posible que ni siquiera se le escuche lo que dice.

Hay que tener en cuenta que el votante suele tener en su entorno personas en cuya opinión confía  y a los que suele oír de modo más o menos formal o informal antes de tomar sus decisiones políticas. Es poniéndose de acuerdo con estas personas, los líderes de opinión de sus votantes actuales y potenciales, como un político y su grupo pueden llegar a ser considerados que están dentro del círculo donde se forman las decisiones políticas de sus votantes. Y esto puede hacerse en los barrios donde viven esos votantes y sus líderes de opinión, en contactos directos y conversaciones personales.

El activista/líder político tiene una buena oportunidad de ejercer un rol que le haga hacerse apreciar por los votantes y sus líderes de opinión, en la medida que contribuya a su educación social y política. Al ayudarles a entender realmente la situación, a trabajar colectivamente sobre los problemas, a aprender  priorizar entre ellos, a potenciar sus propios liderazgos, a resolver por su propia acción sus problemas, el activista es reconocido como líder político.

Por el camino de favorecer encuentros entre ellos, pueden llegarse a formar comunidades de votantes en cuyo seno se forme la voluntad política de sus miembros 








Arriba/abajo





Ahora muchos votantes no aceptan que los políticos están arriba, pero algunos políticos no se han dado cuenta de ello. Y continúan hablando desde arriba como cuando eran “los reyes magos” y “sabían todo lo que hay que hacer”.

Ahora hay que escuchar desde abajo, “humildemente”, antes de afirmar. Las decisiones de los votantes, donantes y voluntarios, no es seguro que sean favorables. Hace falta indagar humildemente para saber cómo podrían volverse favorables.

Y no se trata tanto de lo que hacen todos los partidos, que es introducir una fase de escucha en su actuación, que prácticamente esté predefinida de antemano. Y tampoco conformarse con unas manifestaciones breves y poco reflexionadas de los votantes obtenidas de modo más o menos formal, en poco tiempo.

Se trata más de crear procesos de escucha/respuesta, permanentes, que conduzcan a una “coproducción”  de la política por la coalición estratégica local – gobierno/grupo municipal; partido y sus activistas; líderes de opinión de los votantes.

Las organizaciones políticas actuales adolecen de una gran deficiencia en cuanto a escuchar. Como organizaciones burocratizadas han puesto el énfasis en “decir” y prestan poca atención a “escuchar”.


 Si queremos comprender cómo van a tomar sus decisiones nuestros votantes actuales y potenciales y lograr que nos dejen acompañarles en el proceso de decidir, tenemos muchas incógnitas que despejar.

Las incógnitas las iremos despejando escuchándoles hablar sobre sus problemas y necesidades, sobre lo que piensan y saben de la realidad política, sobre las personas con quienes hablan de políticas y en quiénes confían a la hora tomar sus decisiones políticas. Y en la mayoría de los casos, no nos bastará con sus primeras manifestaciones sino que necesitaremos que sigan hablando para comprender bien el sentido de lo que dicen, los sentimientos que, a veces, distorsionan sus palabras, lo valores que animan sus manifestaciones.

Nuestros votantes concederán liderazgo a personas que creen que quieren dedicar tiempo a escucharles y que son capaces de entenderles. Y esto en grado mayor, si, además, les han ayudado a que ellos mismos comprendan mejor sus necesidades y las de otros. Y ese liderazgo, nos admitirá en el círculo de los influyentes.







Lenguaje “objetivo”/lenguaje de valores de los votantes.



Mucha de la comunicación política está expresada en un lenguaje de difícil asimilación, incluso muchas veces para los propios políticos. Es un lenguaje demasiado dominado por la jerga administrativa y técnica – el lenguaje de las normas, de los presupuestos, de los planes y decisiones urbanísticas, de los planes integrales y estratégicos. Por ello, una parte importante del esfuerzo grande que hacen las instituciones y los partidos para comunicarse con los ciudadanos, “no comunica”.

Hace falta rehacer el lenguaje de la política, basándolo en los valores de los votantes, si queremos “comunicar” con ellos. Y para conocer cuáles son esos valores, que, con frecuencia no están claros ni para ellos, tendremos que hablar con ellos para que nos “cuenten sus historias”.


  

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