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lunes, 15 de junio de 2015

APRENDIZAJES, COALICIONES Y EFICACIA POLÍTICA






Política y aprendizajes colectivos


La parte más importante de la política, la que tiene más repercusión en la eficacia de un gobierno, de un partido o de un líder, tiene que ver con el aprendizaje. No será muy exagerado afirmar que lo que no es aprendizaje en la política, es más bien administración, algo que podría delegarse en funcionarios, si se puede contar con directivos entre ellos.

Antes de describir mejor qué tipos de cosas entran en estos aprendizajes de la política, merece la pena detenerse un poco en las implicaciones que para la práctica política acarrea el hecho de que estos aprendizajes tienen un condicionamiento colectivo muy importante: en política local no hablamos sólo de aprendizajes de cada uno de los actores individuales que intervienen en ella, sino, al mismo tiempo del aprendizaje de cada uno de los actores colectivos – partidos, grupos municipales, asociaciones, redes de problemas, concejales, técnicos.

Como cada uno de estos actores puede tener unas motivaciones y unos estilos muy diferentes para aprender, el liderazgo de la gobernanza local debe planear cuidadosamente sus procesos de decisión, para asegurarse que no provoca actitudes negativas en personas cuyo acuerdo le interesa, por no tener en cuenta esas diferencias. Es fácil, y poco práctico también, achacar esas actitudes negativas a otras intenciones; pero, como profundizaremos más adelante, un buen enfoque de los procesos de decisión como un aprendizaje de la realidad política ayuda a lograr consensos que de otra forma son más difíciles.







La realidad a aprender


Muchos de los actuales procesos de decisión con que se encuentra un político en un gobierno local son contradictorios con el aprendizaje de la realidad política.

Con frecuencia se proponen soluciones a problemas que no se conocen bien, y, con frecuencia, ni siquiera están formulados de modo suficiente.

Una decisión política eficaz tiene que despejar tres tipos de incógnitas, cuya respuesta forma la realidad política:

ü      Los valores de los que toman la decisión y los que las van a evaluar, en cuyo contexto pueden establecerse los problemas a resolver/ objetivos a alcanzar.

ü      La eventual intervención en los resultados de otros actores  cuya actuación puede influir en el éxito o fracaso de la decisión.

ü      Las actuaciones, tecnologías o metodologías de trabajo que presumiblemente van a servir para lograr los objetivos.

Los más frecuente es invertir en soluciones técnicas, las respuestas a las incógnitas del tercer tipo, y muy poco en las respuestas a los otros dos. Así parece que se es más operativo, pero los conflictos, dilaciones y vueltas atrás que esto suele originar, más bien sugiere que la realidad suele ser tozuda, y eso sin contar con el riesgo de una evaluación final desfavorable por parte del juicio sin apelación de las elecciones.

En todo caso, una decisión centrada en soluciones técnicas, sin referencias a los valores de los ciudadanos y sin ponerse de acuerdo en una cierta priorización entre ellos, puede ser objeto de muchas discrepancias entre políticos, si cada uno de ellos se refiere de modo implícito a un modelo distinto de estos valores que no se discute. Una situación así sólo puede resolverse de un modo autoritario más o menos visible.

Lo mismo puede ocurrir si no se integra en el proceso el conocimiento y negociación con los otros actores que tienen incidencia en la gobernanza    local

Para un gobierno, aprender conjuntamente estas realidades descuidadas puede ser una oportunidad muy práctica de ponerse de acuerdo en criterios y priorizaciones, y en adquirir una independencia de criterios con respecto a los técnicos y sus soluciones.




Vías de mejora


La eficacia política depende del grado de consenso que se logre con una mayoría de ciudadanos alrededor de una actuación de liderazgo de la ciudad, a partir de un gobierno y un(os) partido(s).

Lograr tal consenso requiere identificar cuál es esa mayoría y, en ocasiones, ayudarle a identificar y priorizar sus valores/necesidades. Este puede ser un proceso largo que vaya ganando la confianza de esos ciudadanos y los vaya implicando en decisiones, al mismo tiempo que se va logrando conocer los valores que esperan obtener del liderazgo de la gobernanza.

Un buen camino para que los ciudadanos interesados vayan conociendo la realidad municipal, al mismo tiempo que sus valores, es solicitar de ellos la evaluación de las actuaciones municipales que se van llevando a cabo.

A este respecto, la elaboración y entrega de informes entendibles sobre lo realizado, la celebración de debates plenarios sobre el estado de la ciudad y sobre las realizaciones anuales, la celebración de sesiones de evaluación sobre los programas y realizaciones, pueden ir creando los aprendizajes necesarios en los ciudadanos. En paralelo, obtener de grupos de ciudadanos, agrupados por barrios/distritos o por intereses, la identificación y priorización de necesidades, y la priorización de alternativas de respuesta a las mismas, completa el círculo de estos aprendizajes para obtener la movilización de una ciudadanía activa. Detrás de esta movilización deben tenerse en cuenta algunas cuestiones políticas adicionales.

La participación de los políticos locales en estas operaciones, y la difusión entre ellos de la información generada, aporta un  eje de aprendizajes para los propios políticos sobre la realidad política.


El gobierno y sus miembros tienen, a su vez, dos ejes de aprendizaje que pueden entremezclarse con el de los ciudadanos. En estos ejes sus aprendizajes pueden tener lugar conjuntamente con sus directores y asesores.

El primer eje radica en la construcción, a medio plazo,  de los sistemas de gobierno – es decir soportes de información regular y formas de decisión pactadas – que van progresando desde una descripción de lo que sucede, a una evaluación de ello en función de unos objetivos, a una programación para obtener esos objetivos, a una planificación a 4 años para definir y priorizar objetivos, a una planificación estratégica para acordar un futuro ideal para la ciudad y sus ciudadanos. Este progreso tiene lugar en etapas sucesivas de visualización de actuaciones/recursos, productos, resultados sociales. Los ciclos de evaluación y programación/ planificación son cuatrimestrales y anuales.

El segundo eje, pretende resolver las dificultades de decisión que se plantean antes de que los sistemas de gobierno estén desarrollados y sobre todo en la fase de ejecución de decisiones singulares importantes que, procediendo de períodos anteriores, no integran en sus planteamientos todas las realidades políticas. Para ello, pueden utilizarse las metodologías del proyecto estratégico y de la programación funcional para completar un marco de decisión que favorezca el aprendizaje de los políticos, técnicos y ciudadanos interesados en deliberaciones y planteamientos de alternativas que acerquen al consenso práctico.





Aproximándose a la coalición por el aprendizaje conjunto.


Si se pretende mejorar la eficacia política, por medio de coaliciones más amplias y maduras, tanto las decisiones puntuales, como los sistemas de gobierno que sirvan para integrarlas en un conjunto coherente, deberán prever el tiempo necesario y los soportes de información adecuados para favorecer que cada participante aprenda una visión suficientemente compartida de la realidad, a partir de su peculiar estilo de aprendizaje y respetando sus motivaciones al respecto.

Para conducir estos procesos, puede ser necesario que el líder de la gobernanza, prevea su propio proceso previo de aprender sobre la realidad política y las realidades de los demás participantes, para ser capaz de diseñar después unos procesos de decisión que cumplan con la condición de favorecer el aprendizaje  compartido. A primera vista puede parecer más largo; pero en la práctica casi nunca lo es.


 -----------------------------------------------------En breve, anunciaremos seminarios sobre estos temas
      

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