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domingo, 1 de diciembre de 2013

UNA GUÍA PARA EXPERIMENTAR EL DESARROLLO DEL ACTIVISMO Y LIDERAZGO POLÍTICOS, COMO VIA PARA LA (RE)VITALIZACIÓN DEL CAPITALSOCIAL DE UN PARTIDO (II)




El capital social y el barrio

Los resultados politicos van a depender de la alineación de las fuerzas de los elementos del capital social partidario, en conseguirlos.

Estos elementos del capital social partidario forman un conglomerado de grupos heterogéneos que podemos etiquetarlos como:

·       Los votantes actuales, que nos votaron en las últimas elecciones del mismo tipo. En el tiempo transcurrido, es posible que una parte de estos votantes estén dudosos de volvernos a votar, o incluso hayan decidido que no nos volverán a votar. Y también que alguno se haya muerto o hayan cambiado de residencia.

De estos votante actuales, una parte de ellos nos ayudaron en conseguir los resultados, bien sea donando fondos o prestando su ayuda personal a conseguir que otros votaran a favor. Esta ayuda pudo revestir formas muy variadas,  ser incluso desconocida para el partido. Entre las conocidas merece una atención especial el haber asumido el papel de interventor de mesa el día de las elecciones, por la información tácita y poco explotada que pueden tener sobre los comportamientos y actitudes de los electores.

La evolución positiva o negativa de la disposición a prestar estas ayudas, puede ser un predictor de evolución de los resultados


·       Los votantes potenciales que podemos encontrarlos entre los nuevos votantes – personas que han cumplido los 21 años durante el período de tiempo del último mandato; los nuevos residentes, empadronados en el mismo período; los votantes de nuestras siglas en elecciones de otro tipo y que en estas se han abstenido o han votado a otro partido; y los abstencionistas en general para nuestras siglas, de los que tenemos algún indicio favorable.


·       Los líderes de opinión, son votantes actuales o potenciales que influyen en las decisiones de personas de su entorno, por la afinidad y confianza que los demás votantes tienen con ellos. Pueden ser personas difíciles de percibir desde lejos; pero relativamente fáciles de percibir desde la inserción social en ese entorno.

·       Los militantes, que figuran como tales en las listas oficiales del partido. Bajo esta denominación genérica, hay una gran variedad de personas y comportamientos políticos. Podemos distinguir entre los que asisten a los actos del partido – asambleas, eventos, elecciones internas. También entre los que buscan sobre todo un cargo/ empleo, los “ateneistas”- que quieren cambiar el mundo con los discursos-, y los militantes activos o activistas interesados en liderar votantes para conseguir resultados políticos. De éstos, es posible que una parte no tengan parte en las ceremonias oficiales del partido,  incluso sean desconocidos para los dirigentes.

A efectos prácticos, es interesante tener  en cuenta a los que han actuado como interventores de mesa en las elecciones,  porque pueden tener información relevante sobre los votantes.

Otra categoría que puede ser muy relevante es la de los ex-militantes. La burocratización de los partidos ha producido la separación de potenciales activistas, que pudiera ser útil recuperar. También es verdad que ha apartado a buscadores de beneficios personales, que en muchos casos se merecen un “puente de plata”.

·       En algunos casos, convendrá tener en cuenta a los lideres de opinión de los votantes de otros partidos, y miembros de la elite del poder local – empresarios, directores de instituciones, medios de comunicación,…






Esta guía propone a los activistas de cualquier condición, experimentar prácticas para obtener el liderazgo político que contribuye a producir resultados políticos. Ese liderazgo actúa movilizando a los militantes, recuperando exmilitan tes con intereses activistas, coaligándose con los lideres de los votantes actuales y potenciales, y, a veces, desmovilizando a los líderes de los votantes de otros partidos y haciendo alianzas con miembros de la elite del poder local.
 
Este esfuerzo de alinear las fuerzas de los componentes del capital social partidario en orden a conseguir los resultados políticos, implica un trabajo intensivo de los activistas/líderes políticos sobre los demás elementos mencionados.

Este trabajo intensivo y continuado de acompañamiento, está muy lejos de las acciones puntuales de comunicación que se contemplan en el marketing político orientado a la venta.

Es por esto, que la organización de estos trabajos debe partir de unidades suficientemente pequeñas, como son los barrios.

En realidad, un barrio es algo poco definido en la práctica, y hay una decisión política detrás de su definición operativa  como unidad de organización. A título orientativo, podemos partir de la hipótesis de que un barrio no tendrá más de unos 15. 000 habitantes, con lo que un partido que aspire a la mayoría, no necesitará conseguir en él más de unos 3.000 votantes, lo que requiere coaligarse con unos 300 líderes, con lo que 60 activistas podrían ser un equipo suficiente. Un  barrio podría subdividirse en vecindarios, formados de uno, dos o tres secciones electorales.  







Empezando a alinear las fuerzas

El equipo de activistas que se hace cargo de organizar el barrio puede continuar el trabajo apuntado en el apartado anterior con estos dos ejes de acción:

·       Ir estableciendo la práctica de dialogar sobre los valores y su traducción en prácticas entre los miembros del equipo. En estos diálogos merecerá especial atención la identificación, crítica y transformación de las prácticas burocráticas en prácticas emprendedoras/democráticas. Cada activista debe recibir estímulo para desarrollar sus  propios valores y ética en diálogo con los demás, acordar standards personales más altos y actuar éticamente con los demás activistas.

Teniendo en cuenta que el grupo de barrio va a vivir rodeado de la cultura burocrática del partido, se hace necesaria una vigilancia cuidadosa de las diferencias a marcar, de los conflictos que van a generarse y de las maneras de resolverlos. A ello contribuirá un entrenamiento específico sobre la creación y mantenimiento de coaliciones, como base de toda organización política sostenible. Y el entrenamiento acerca de equilibrar el diálogo y el debate en las comunicaciones internas.

Este eje marca una pauta que debe seguir en la actuación de los activistas: dedicar un tiempo a la reflexión sobre lo que se hace y a mejorar las prácticas desde esa reflexión.


·       Ir identificando a los militantes que se puede activar, a los exmilitantes interesantes y posibles de recuperar, a los votantes actuales y potenciales y a sus liderazgos.

Esta tarea puede asumirse por los activistas que van formando el equipo, divididos por vecindarios, partiendo de poner en común lo que cada uno conoce, consultando las estadísticas de votos, accediendo a listas de electores punteadas por mesas – con la eventual ayuda de interventores – recurriendo a personas de edad y líderes sociales, realizando llamadas telefónicas, organizando eventos que sirvan para que los votantes se autoidentifiquen.


Los nombres así identificados deben ir formando una base de datos que puede tomar forma desde una sencilla libreta.

Las conversaciones que serán necesarias tanto  para identificar todos estos elementos del capital social, como para ir modificando sus comportamientos para alinearlos requieren una preparación. Resultaría imprudente hacerlo improvisadamente. Este tema lo trataremos en el próximo apartado.


A estas alturas, será conveniente que se vayan tomando disposiciones de programar en un calendario, los avances a ir logrando hacia la contribución a conseguir los resultados,.   







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Esta GUIA se edita como complemento prácticos para los asistentes a las sucesvas ediciones del seminario ACTIVISMO/LIDERAZGO POLÍTICOS, y como un estímulo para los posibles asistentes a nuevas ediciones. 

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