Los
líderes de las organizaciones políticas necesitan ejercer un liderazgo
estratégico, que es capaz de convertir su organización en una “máquina” de ventaja competitiva sostenible, con la
agilidad de hacer frente a la incertidumbre
y al éxito con igual medida.
El
liderazgo estratégico toma decisiones no sólo para mejorar la actual
realización de la organización sino también para fortalecer su eficacia y
competitividad futura. Este liderazgo no puede explicarse ni practicarse con un
simple conjunto de procedimientos. En su lugar, los líderes estratégicos
impulsan sus organizaciones a través de sucesivas iteraciones de un proceso de
aprendizaje con las habilidades del pensamiento estratégico, la acción
estratégica y la influencia estratégica. Los
individuos y los equipos activan el liderazgo estratégico cuando piensan,
actúan e influencian a otros de modo que refuerzan la ventaja competitiva
sostenible de su organización.
El
proceso de aprendizaje que implica el liderazgo estratégico incluye cinco
elementos:
·
Apreciar
dónde estamos.
·
Comprender
quiénes somos y dónde queremos ir:
aspiraciones, visión, misión y valores centrales.
·
Aprender
cómo conseguirlo: formulación de la
estrategia, incluyendo la determinación de prioridades.
·
Hacer
el trayecto: trasladar la estrategia
a la acción, identificando y poniendo en práctica las tácticas.
·
Pilotar nuestro progreso: continua apreciación
de la eficacia de la organización, que pone en marcha otra vez el proceso de
aprendizaje.
A
diferencia de la
Administración , la Política requiere afrontar los problemas emergentes
en la sociedad. Ello obliga a que los políticos se encuentren en una situación
de aprendizaje permanente. Podríamos decir que una de sus habilidades básicas,
y que mejor puede asegurar un recorrido largo en la vida política radica en lo
que se llama “aprender a aprender”.
Las
organizaciones políticas, a impulsos de estos líderes que aprenden, pueden irse
desprendiendo de problemas cuya solución ya se conoce – y que por consiguiente
pueden encomendarse de un modo controlado a algún tipo de administración que
las ejecute – y reservar sus mejores recursos a la detección temprana de
problemas emergentes y a despejar las incertidumbres y conflictos que impiden
su solución.
Así,
las organizaciones políticas, cuando aprenden, mantienen y, eventualmente, desarrollan
sus ventajas competitivas. Es fácil descubrir en la realidad, cómo el declive
de estas organizaciones va ligado a la atrofia de su capacidad de aprender,
naturalmente, atemperado o acelerado por
la incapacidad/capacidad de otras organizaciones competidoras.
Estas cuestiones se tratarán en las sucesivas ediciones de la jornada NUEVAS PRÁCTICAS PARA LA GOBERNANZA EFICAZ. El programa de anteriores ediciones puede encontrarse en este mismo blog
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