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miércoles, 1 de mayo de 2013

EJERCICIOS DEL ARTE DE GOBERNAR

La cúspide de cualquier organización, sea pública o privada, debería dotarse de unos ejercicios que aseguren que sus miembros se alinean en la consecución de unos objetivos compartidos de la organización.

Cuando pretendo esto en la práctica, me he venido encontrando con que los candidatos a formar los equipos directivos de esas cúspides, adolecen de unos vacíos en sus prácticas, como consecuencia de su formación general y de su experiencia organizativa anterior.

Sin una sensibilización a estos vacíos, servirá para poco los intentos de mejora sobre otras cuestiones, que sin duda, serán necesarias. Estos vacíos vienen provocados por el predominio de los modelos de la mentalidad autoritario-burocrática, que están produciendo el desgobierno generalizado que sufre el mundo organizativo.

Los ejercicios de sensibilización han de conseguir que los dirigentes tomen conciencia: del vacío organizativo, el vacío de los valores, el vacío de la reflexión, el vacío del aprendizaje del saber hacer, el vacío del desarrollo personal.










El vacío organizativo

Lo que pasa en el mundo de las organizaciones, está completamente determinado por los tipos de realidad que los individuos crean por sí mismos. Es decir, aquellas maneras en que plantean y configuran sus mundos y lo que sucede cuando se produce el enfrentamiento con aquellos que poseen formas similares y diferentes de formular la realidad. Los eventos claves son interacciones entre las personas y grupos que forman la organización y su entorno. Los que gobiernan/dirigen deben ser sensibles a la relación de causalidad interacciones/consecuencias, más allá de mantener la ilusión de la eficacia de las pautas autoritarias, o de suponer que no queda más remedio que utilizar prácticas políticas manipulativas, o predicar comportamientos ingenuos del tipo "todo el mundo es bueno". Es muy escaso el entrenamiento formal que recibimos para ser consciente y dominar todo esto.

El vacío de los valores

La clarificación y afirmación de los valores de los líderes es un gran vacío en su entrenamiento. Los valores se materializan, no en declaraciones abstractas, sino en prácticas que son buenas para el individuo, la organización y su entorno.
La congruencia con los propios valores tiene una relación directa con la fuerza y la capacidad de innovación de la personas. Y la "ejemplificación de los valores que se declaran" es la clave del otorgamiento de liderazgo por los demás.
En los entrenamientos al uso de dirigentes, hay más insistencia en cómo hacer que en desarrollar el "caracter", la "virtú" (Maquivelo), el afianzamiento en los propios valores, sin lo que son irrelevantes la habilidades.
Los diálogos sobre valores y la clarificación personal y colectiva de valores, son módulos a introducir.

El vacío de la reflexión

Los dirigentes actuales necesitan desesperadamente pararse a pensar. El día a día de sus organizaciones no deja tiempo para ello. Y la aulas formativas no suelen ser aulas reflexivas, sino lugares donde absorber información. Reflexionar no significa meditar y des algo que no es casual. Significa cuestionarse, tantear, analizar, sintetizar, ponderar cuidadosa y persistentemente el significado que una experiencia tiene para uno mismo; y todo esto, no sólo sobre lo que uno supone que ha sucedido, sino porqué se cree que ha sucedido y cómo esta situaciñon se parece o se diferencia de otros problemas.
A medida que la persona va llenando sus vacíos organizativos - es consciente de la relación interacciones/consecuencias - y de valores - va clarificando el valor de sus prácticas- , el tiempo de la reflexión puede acortarse, llegando a integrar la reflexión en la propia acción, como puede observarse en deportistas de elite. Los equipos se hacen más eficaces aprendiendo juntos.

El vacio del aprendizaje del saber hacer

Es demasiado frecuente la concepción del aprendizaje como obtener conocimiento, poseer la información correcta. Poner en práctica esos conocimientos, transformarlos en acciones efectivas, obtener el resultado deseado, no suele formar parte de la definición del aprendizaje. Lo que llamaríamos el "modelo escolar" es peligrosamente incompleto. Se queda en un mero ejercicio teórico y elude la responsabilidad de mejorar las cosas en el mundo real.

Para completar el proceso de aprendizaje es necesario pasar de la información a la acción. Y para hacer del aprendizaje un proceso continuo, es necesario reflexionar sobre las consecuencias de la acción y descubrir desvíos entre lo planeado y lo producido.

Saber hacer no se aprende de una vez, sino más bien requiere incorporar jun "aprender a aprender" sobre la práctica. Y esto siempre es un proceso bastante mas largo que la  mera transmisión de conocimientos.

El vacio del desarrollo personal

No es verosímil que alguien se haga cargo de los demás, si no se ha hecho cargo de si mismo. Asumir la responsabilidad del propio desarrollo, requiere conocerse bien al mismo tiempo que las relaciones con la organización en la que está: clarificar sus valores y comprender los de la organización, apreciar los desajustes y evaluar la posiblidad de reconducirlos; entender las demandas y limitaciones de su puesto, y, por consiguiente el margen de discrecionalidad que se le ofrece; saber lo que se sabe hacer ,lo que se quiere aprender, y cómo aprende cada uno; diseñar los pasos siguientes de su carrera.


Los Ejercicios de la cúspide de una organización deben prever acciones que sobre las prácticas de la misma, vayan llenando estos vacíos simultáneamente.







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En la 3ª edición de la jornada "Nuevas prácticas eficaces para la Gobernanza (gobierno/oposición) Local", que se celebra en Barcelona, los días 3 y 4 de mayo próximos, vamos a ensayar a definir lo que serían unos ejercicios del arte de gobernar que los asistentes podrían desarrollar en su entorno.

El programa y el modo de participar están recogidos en una entrada anterior de este mismo blog.

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